Aspectos Artísticos

El color

Los colores empleados son de tintas planas: rojo, amarillo, verde, azul y negro.

Los cuatro primeros se combinan dos a dos indistintamente siendo las combinaciones más comunes: amarillo-azul, rojo-verde, azul y negro. No se da la combinación azul-verde y es frecuente que la bicromía se da dentro de cada punto empleado. El rojo es el rojo vivo y vigoroso, el azul es el turquesa, el amarillo es el tono oro viejo y el verde vegetal o esmeralda.

Pocas veces en los bordados más antiguos conservados en los Museos se dan composiciones de verdadera policromía. El negro es utilizado para contornear los motivos a modo de subrayado. Individualmente el negro se utiliza para bordar íntegramente grandes composiciones de elementos mixtos florales y zoomorfos que cubren casi toda la superficie. También van a sí decoradas las mangas de las camisas galanas, especialmente las de tipo femenino.

Algunos ejemplares más modernos en el tiempo incorporan otras tonalidades que con frecuencia son: salmón fuerte, azul cobalto, amarillo dorado, verde hierba y rojo fuego. 

 

El colorido de la pieza testigo que encontramos en el trabajo de campo realizado nos da una medida de la antigüedad del bordado. Desde mediados del S. XX  la policromía se ha impuesto, además de surgir un gran gusto por la mocromía, pero con tonalidades del mismo color, azules, rojos. 



En los años 80 del siglo pasado aparecen dos escuelas diferenciadas en los epicentros del bordado popular actual, Mogarraz y La Alberca, donde se encuentran más número de bordadoras, algunas de ellas profesionales y donde ha habido más número de “maestras”, para la Asociación de Mujeres Artesanas, para las acciones formativas que han llevado a cabo los Ayuntamientos y para Diputación. En el caso de La Alberca, Carmina Requejo fue profesora del Centro  de Cultura Tradicional  que llevó el bordado Popular a la ciudad de Salamanca y otras localidades de la provincia.

 

En los años 40 del siglo pasado y de mano de Maurice Legendre, importante hispanista francés que llego a ser Director de la Casa de Velázquez en Madrid,  con la supervisión de las hermanas Merchán se constituyó un taller de bordado profesional donde las jóvenes bordadoras pasaban cinco horas al día recibiendo algunas pesetillas. 

Carmen Hoyos Puerto, que estuvo trabajando en este taller, nos cuenta que se llevó con el máximo secretismo. Los dibujos se llevaron a Madrid de donde vinieron estilizados y a las mujeres se les daba a bordar mantelerías y colchas ya diseñadas que no podían salir del taller. Les instruyeron en el uso de los colores en la composición, abundando el tono salmón para los cuerpos de los animales, color difícilmente tradicional. En aquel taller se comentaba, según la misma informadora de que se estaba bordando ajuar doméstico para la hija del Dictador Francisco Franco. Por otra parte, se sabe que la familia de Legendre eran comerciantes de telas. Lo que es cierto es que ninguna de esas piezas bordadas se quedaron en La Alberca. Se aligeró el tradicional horror vacui y se estilizaron tanto los motivos como  las composiciones.

Elisa Merchán fue llevada a Madrid por Maurice Legendre para encargarse de la reconstrucción de la extensa biblioteca que se perdió al ser bombardeada la Casa Velazquez durante la guerra civil.

 

Con la marcha de las hermanas Merchán el taller se cerró. Como consecuencia de aquel taller quedaron en La Alberca, además de motivos más estilizados y armoniosos, composiciones menos abigarradas y dos escuelas con respecto al color, la asalmonada con predomino claro de este color, y la polícroma conjugando los coloridos tradicionales, pero el horror vacui ya había desaparecido.

Como ya hemos explicado en diferentes oportunidades, los movimientos artísticos generales, al igual que las comarcas de los bordados populares españoles, nunca son puros. El conocimiento y la creatividad, en este caso anónima, de las bordadoras de la Sierra de Francia, las llevan a romper los marcos tradicionales de este tipo de bordado, con introducción de otros motivos, con introducción de otros tipos de bordado u otros colores. 

En Mogarraz en el proceso llamado Abriendo Arcas nos hemos encontrado, enmarcados, casi siempre, con piezas de ajuar funerario, en tonos fríos, azules y morados, con motivos del Bordado Popular Serrano, en seda, pero bordados al estilo culto sin la complejidad de los diferentes puntos de dicho bordado. Pueden pertenecer a finales del S.XIX  o principios del XX.

Como ya hemos explicado en diferentes oportunidades, los movimientos artísticos generales, al igual que las comarcas de los bordados populares españoles, nunca son puros. El conocimiento y la creatividad, en este caso anónima, de las bordadoras de la Sierra de Francia, las llevan a romper los marcos tradicionales de este tipo de bordado, con introducción de otros motivos, con introducción de otros tipos de bordado u otros colores. 

 

En Mogarraz en el proceso llamado Abriendo Arcas nos hemos encontrado, enmarcados, casi siempre, con piezas de ajuar funerario, en tonos fríos, azules y morados, con motivos del Bordado Popular Serrano, en seda, pero bordados al estilo culto sin la complejidad de los diferentes puntos de dicho bordado. Pueden pertenecer a finales del S.XIX  o principios del XX.

 

En los bordados de los siglos del XIV al XVIII encontrados invariablemente en los museos, nos encontramos con el color negro en monocromía entre los más antiguos, siendo seguidos por combinaciones de tres o los cuatro de los colores base del tipo del bordado que estamos estudiando. Para el estudio del color hay que comprender que hasta finales del S. XIX  no se popularizaron los tintes químicos, siendo logrado el primer tinte químico en 1856. Los tintes naturales se degradan más con la exposición ambiental. 

Los colores planos básicos del bordado, rojo, amarillo, verde podían ser tintados de forma natural en las propias localidades, para el azul sabemos se iba a tintar a Andalucía uno de los puntos del arrierismo serrano. Los tintes naturales guardan otra importante característica y es que no contrastan de manera exagerada entre sí.



Piezas del Museo Hermitage de San Petersburgo

Pañizuelo. Instituto Valencia de Don Juan

Destinado posiblemente a decorar una mesa o arcón,tiene forma rectángular en las que se alterna franjas de bordado y deshilado. La más exterior con tulipanes y grandas en las esquinas , insertos en una rama ondulada con forma de S, con sencillo remate diente de perro. La tela es de lino, la hebra de la labor seda lasa en los colores verde, rojo, amarillo y azul. Segunda mitad del S. XVII. María Ángeles Gozález Mena. Catalogo de Bordados del Instituto Valencia de Don Juan.



Museo del traje

Está catalogado como pañuelo. Sin embargo, su forma muy alargada, nos hace pensar en que puede ser parte del ajuar doméstico, o bien toalla o bien paño de arcón. Los colores son rojo, naranja, verde, amarillo y azul. Sin duda los motivos, pájara con flor, palmeta, flor de loto, rosa asiria son típicos del Bordado Popular Serrano, pero el bordado, técnicamente es más bien culto, de comillas plumetis comillas , utilizando solo las técnicas de al pasado y a dibujo con el cordoncillo que siluetea las figuras, hace cambios de color, pero no de puntos. 

La bicromía, uso de dos colores en exclusividad, aunque se da, es poco frecuente.  En la colcha con cuadrantes de la Colección Pedagógica Textil de la Uiversidad Complutense de Madrid, es de claro predominio rojo y amarillo, aunque contiene detalles en azul. 

 

Piezas Colección Pedagógico Textil de la UCM

La bicromía, uso de dos colores en exclusividad, aunque se da, es poco frecuente.  En la colcha con cuadrantes de la Colección Pedagógica Textil de la Universidad Complutense de Madrid, es de claro predominio rojo y amarillo, aunque contiene detalles en azul.

 

En esta delantera de cama de la misma colección, también predominan el rojo y el amarillo, pero los detalles de verde son más acusados.

En el trabajo de campo realizado en la Sierra de Francia, hemos encontrado bicromías puras en rojo y verde.

Llama la atención que las dos piezas en bicromía, una en La Alberca y otra en Mogarraz sean idénticas, misma disposición y colocación de motivos. Quizás hasta fue la misma mano bordadora. El diseño es mogarreño, sin duda.

En tiempos más recientes, segunda mitad del SXX  y principios del XXI el color, ante indudablemente la rica paleta de los tintes químicos, ha dejado de ser un elemento constituyente de este tipo de bordado.

Abundan las monocromías en tonalidades, los azules o los rojos, sobre todo el azul.



También las policromías de los cuatro colores básicos, rojo, azul, amarillo y verde  e incluso la introducción de morados y verdes de todos los tipos.

La policromía de los cuatro colores básicos se sigue realizando sobre todo en Mogarraz.

 

A la hora de la digitalización fotográfica de las piezas testigo que atesoran las casas serranas y los espacios hosteleros, nos hemos encontrado con la dificultad añadida de que muchísimas de ellas, reposteros y piezas como paños de arca, cuelgan en sus paredes enmarcadas tras un cristal. La escasa iluminación y los reflejos hacen muy difícil fotografiarlas. La fotografía se hizo sobre piezas más grandes que se guardan en arcas y que se pueden ver el día del CORPUS  en La Alberca y Mogarraz.