Horror Vacui y ataurique vegetal

Hemos querido unir estos dos aspectos de la composición porque junto al eje de simetría son aspectos que provienen del mundo islámico.

 

El horror vacui se traduce por "miedo al vacío". Básicamente los artistas no querían dejar en el  material dónde fuese a plasmar su arte ningún espacio vacío, por lo tanto este espacio era rellenado con motivos decorativos.

En el arte occidental europeo está representado con fuerza durante el periodo barroco y en concreto en el  plateresco español. Existen muchos ejemplos en culturas primitivas, con muestras orfebres o embaldosados. Sobre todo se daba en el arte decorativo islámico.

 

Ataurique, del árabe, tawrīq "follaje", es una decoración en yeso que cubría paredes enteras, con formas de tipo vegetal, muy utilizada en el arte musulmán e hispanomusulmán, especialmente durante el período califal cordobés.

 

La decoración es esencial en el arte islámico. Mientras que en el occidental tiene un valor secundario, en el islámico juega un papel central. En las artes del Islam, la decoración llega a enmascarar los materiales constructivos. Lo invade todo.

El ritmo repetitivo  con patrones obtenidos repitiendo elementos simples y el gusto por la simetría, junto con la estilización y los motivos vegetales, son elementos fundamentales del arte islámico hispano.

La estilización se refiere a la desnaturalización de la naturaleza. El arte islámico, a diferencia del occidental, no imita la naturaleza. El musulmán piensa que imitarla con fidelidad es un acto de impiedad que lo enfrenta a Dios, el único Creador. Así, se produce la estilización de los motivos vegetales.

En los motivos vegetales en el arte islámico existe una evolución, a través de Bizancio, se toman del mundo clásico pero, con un nuevo ritmo compositivo. Los fundamentales son rosetas, palmetas, hojas de acanto, hojas de vid y roleos. En época almohade predomina la decoración de hojas lisas. Posteriormente, los almorávides incorporan las hojas con digitaciones. En los años siguientes las fórmulas varían poco: palmas de una hoja, con o sin cáliz, palmas de dos hojas, simétricas o asimétricas, arrolladas o no en volutas, y la denominada pimiento, con o sin cáliz. Por influencia de la cultura persa sasánida se produce una estilización de los motivos vegetales, haciéndose irreconocibles. A este tipo de decoración se le denomina ataurique.

El ataurique vegetal del Bordado Popular en el que van entrelazados los motivos animales utiliza también rosetas y palmetas, los roleos en las cenefas, no así las hojas de acanto, tan profusamente usadas en el Renacimiento, ni las hojas de vid. Sin embargo ha mantenido las flores de loto y de papiro cuya pervivencia también se da en el arte islámico.

El roleo es un elemento decorativo realizado mediante elementos enrollados que se puede disponer, pintados o esculpidos, en capiteles, dinteles, lienzos exteriores de los muros, recubrimientos de monumentos o en manuscritos iluminados, conteniendo fundamentalmente motivos vegetales y, a veces, animales o figuras.

Este elemento decorativo que encontramos en las composiciones del bordado de los siglos XVII y XVIII en las colecciones museísticas, se desvanece en los últimos siglos aunque aún pueden encontrarse en las cenefas que bordean las piezas bordadas.

 

El arte musulmán hispano, como el cristiano de la misma época, era un arte teocrático, regido por la prohibición de la representación figurativa del hombre y de los animales. En las obras de yesería y azulejería que decoran los paramentos arquitéctonicos, es muy difícil encontrar la representación del hombre y los animales, sobre todo en los palacios y en los espacios religiosos. Pero como hemos visto en el panel iconográfico del bote de Zamora, o en la decoración de la vasija que sigue, eso no impide que en las llamadas artes menores existieran esas representaciones si no eran objetos de culto.

 

La ausencia de la figura humana, que otros bordados populares españoles si representan, y el collarín que tienen todos los animales representados en este bordado, que se ha entendido por muchos autores que se han acercado a este bordado, como una representación de un animal muerto, nos hace de nuevo pensar en la influencia del arte islámico y el mudéjar.

En los bordados más antiguos, el collarín era representado, bordando una franja en el cuello con vanos,  en los más modernos se representa cambiando de color y punto.